La pandemia del covid-19, que ya ha dejado más de de un millón de personas contagiadas y más 60.000 muertos, ha transformado el mundo tal como lo conocimos.
Y, quizá inevitablemente por su tremendo impacto, ha alimentado una serie de teorías conspirativas que surgieron poco después de que se dieran a conocer los primeros casos en China, en enero de este año.
La mayoría de ellas se centra en dos hipótesis: la primera, que el nuevo coronavirus fue creado en un laboratorio chino y esparcido como arma biológica en contra de otras potencias.
Y la segunda, que ese mismo virus sintético había logrado escapar, como consecuencia de la negligencia de los investigadores chinos, y que empezó así a propagarse por el mundo.
Quienes las defienden argumentan que existen virus sintéticos -necesarios para la investigación científica- y que ya en el pasado se han dado filtraciones de laboratorios considerados de alta seguridad.
Y que además, en Wuhan, la ciudad china donde se originó la pandemia, se encuentra un instituto de virología que contiene varios virus de alta mortalidad y está situado cerca del mercado señalado como foco inicial de la pandemia.
Pero un grupo de científicos acaba de desmentir dichas creencias.
Los investigadores lograron establecer que el SARS-CoV-2 (el nombre del virus que causa el covid-19) no es una invención humana, sino que es producto de la naturaleza.
“Pudimos determinar, a partir de decodificar el material genético del nuevo coronavirus, que no se trata de una creación de laboratorio, sino que es producto de la evolución natural”, le dijo a BBC Mundo el doctor Robert E. Garry, profesor de la Universidad de Tulane, EE.UU., y uno de los miembros del equipo de investigación.
Mapa genético
Al principio de la pandemia, todo era confusión: no se sabía muy bien qué estaba causando los cuadros fatales de pulmonía en decenas de pacientes en China.
Después se despejó el panorama: se estableció que se trataba de un nuevo virus, el SARS-CoV-2. Pero ¿de dónde había salido?
Como lo señala el equipo de investigación, liderado por el infectólogo californiano Kristian Andersen y con expertos de distintos países, su objetivo fue desde el principio desmontar parte de las teorías que señalaban una premeditación en la creación de la pandemia. En otras palabras, que el hombre estuviera involucrado en ella.
“Si se tratara de una construcción de laboratorio, se tendría que haber utilizado un virus previamente conocido como plantilla. El virus más cercano al SARS-CoV-2 es un virus de murciélago que fue secuenciado después de que comenzó la pandemia”, anotó Garry.
“Además, ese virus de murciélago es solo un 96% similar al SARS-CoV-2. No es posible completar esa distancia genética (4%) en un laboratorio”, añadió el científico.
Esta afirmación echa por tierra la teoría de que el nuevo coronavirus es un “arma biológica” creada por el hombre.
“Pudimos establecer que, a partir de las características genéticas del SARS-CoV-2, es imposible que alguien pudiera haberlo creado en un laboratorio“, agregó.
Y para llegar a esa conclusión tuvieron que analizar el material genético del nuevo coronavirus y compararlo con los virus que actualmente están en los laboratorios de virología.
Después de varios análisis hechos por los investigadores, el equipo llegó a la “firme conclusión” de que el nuevo virus tenía un origen totalmente natural, según señalaron en los resultados de su ensayo, publicados con el título “Una aproximación al origen del SARS-CoV-2” en la edición de marzo de la revista Nature Medicine.
“Comparamos todos los virus que podían servir como plantilla, incluidos estos que fueron hallados en el pangolín y los murciélagos, y los cálculos de la computadora señalan que no se hubiera podido crear en un laboratorio un virus que tuviera esta capacidad de infección”, explicó el investigador.
“La naturaleza encontró una mejor manera que cualquiera que un humano hubiera podido diseñar“, agregó Garry.
Para el experto y su equipo, además de porque desechan las teorías conspirativas sobre el origen y la intención de propagar el virus, las conclusiones de la investigaciones son fundamentales para conocer cómo evolucionan este tipo virus.
“Ahora somos conscientes de que existe una nueva posible forma de generar coronavirus que pueden afectar al ser humano: la combinación entre dos coronavirus en la naturaleza”, señaló Garry.
“Ya sabemos que el SARS-CoV clásico y el MERS -otro virus que produce afecciones respiratorias- saltan de los animales a los humanos sin cambios. Ahora conocemos también que los coronavirus de animales pueden recombinarse para hacer nuevos coronavirus que representan amenazas de pandemia, como lo estamos viendo”, explicó.
Y concluyó: “Caracterizar los coronavirus en animales, especialmente en murciélagos, es una alta prioridad“.
Otros hallazgos
Este hallazgo del equipo de Andersen fue validado por otros científicos que no formaron parte de la investigación.
“El informe habla sobre un sistema genético inverso, que es básicamente cómo se puede observar el virus y luego modificarlo”, le dijo Josie Golding, jefa de epidemiología de la organización Wellcome Trust, al diario británico The Telegraph.
“Pero por la forma en que este virus ha evolucionado, ninguno de los sistemas genéticos inversos conocidos se aplica. Esto pone fin a cualquier especulación sobre una ingeniería genética deliberada”, añadió.
Las conclusiones les permitieron a los investigadores aportar más indicios a la teoría de que el virus fue transmitido de los animales a los hombres.
“Podemos sugerir, a partir de lo que hemos hallado en nuestros análisis, dos escenarios sobre el origen del virus: primero, que podría haber un proceso de selección natural en un huésped animal antes de la transferencia zoonótica (es decir, de animales a humanos)”, señala el texto publicado en Nature Medicine.
“Y el segundo, que se pudo haber producido una selección natural en humanos después de la transferencia zoonótica, donde también pudo ocurrir un proceso de selección natural durante el pasaje, lo que podría haber dado lugar a SARS-CoV-2”, concluye el informe.
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