“Mientras quede un ser humano que considere a los demás como seres humanos y no como material negociable, el mundo puede tomar otro derrotero”
-Luis Eduardo Aute
Hoy conmemoramos el Día Mundial de la Salud en medio de una crisis humanitaria sin precedentes, y que pone sobre la mesa la necesidad, incuestionable, de replantearnos el aquí y ahora del desarrollo y acceso a la ciencia en todo el planeta.
El personal de salud, se encuentra en primera línea combatiendo una catástrofe que sepudo evitar con la distribución adecuada de la información y poniendo el cuidado de la vida como prioridad en la política. Ahí radica uno de los elementos que más conmueven a la humanidad: no sólo nuestra ignorancia nos pone al hilo de la tragedia sino también la ambición de poder.
El coronavirus ha desmantelado un problema que se había acumulado por décadas en distintos países: la injusta distribución del conocimiento científico, el desvío de recursos en materia de salud, la casi nula inversión en investigación, prevención y educación en salud pública. Y lo más preocupante: que para muchos “líderes” políticos, el cuidado de la vida es secundario, porque prevalece para ellos la preocupación por mantener la cadena de producción activa, aún a costa de las y los trabajadores.
La ética médica ha demostrado ser tan fuerte y honorable, que han sido las primeras víctimas en sufrir las consecuencias del desastre a gran escala. El origen de redcovid19mx está inspirado en las y los trabajadores de la salud que, lamentablemente, han fallecido durante este pasaje de la humanidad. A todas ellas, a todos ellos, nuestro reconocimiento, nuestra gratitud y admiración.
El desgaste físico y emocional de médicos, enfermeras, residentes, paramédicos, personal de limpieza, trabajadores sociales, y todos y todas las personas que sostienen el correcto funcionamiento de un hospital, ha sido tan alto, que en Italia y España, están recibiendo apoyo psiquiátrico y psicológico, porque si para quienes solo estamos confinados en casa es aplastante, para ellas y ellos que están frente a la muerte día con día, es desconsolador, porque el triage (elegir a qué pacientes dar primero su atención) es una medida siempre difícil de tomar, pero no a estos extremos, porque esta tragedia es consecuencia de una guerra no declarada, una guerra que dormitaba silenciosa en la indiferencia de los gobernantes hacia la sanidad pública; es, en definitiva, un problema que pudo evitarse si los recursos económicos estuvieran siempre pensados (y ejecutados) en el cuidado de la vida.
Ahora el reto será mirar a futuro y poner la salud pública como primera necesidad en todos los confines de la tierra. Además, ven morir a los pacientes en completa soledad y sus familiares en la distancia, se ven privados de dar un digno entierro, los trabajadores de la salud que han visto de frente el dolor, tendrán heridas distintas, heridas que no se ven pero que todas y todos, sentimos.
En los países de “Primer mundo”, el pensamiento científico prevaleció sobre los intereses políticos y económicos, para darle prioridad a la vida y no a la producción, en Dinamarca, por ejemplo, las medidas para cerrar fronteras fueron inmediatas. No fue así en España, Estados Unidos y Latinoamérica. Y eso está relacionado intrínsecamente con las políticas públicas, la oferta educativa de calidad, la seguridad social, y todo lo que sostiene un Estado de Bienestar que se ha construído históricamente en relación a los modos de producción de su desarrollo material e histórico.
No ha sido así para los territorios colonizados, no ha sido así para Latinoamérica, en donde el modelo extractivista impera sobre el cuidado de la vida digna de la población, de ahí el origen de tragedias terribles como la que asola a Guayaquil, en donde sus habitantes no solo pasan hambre sino que no tienen ni la más mínima atención médica y, mucho menos, la opción de una muerte digna, tendremos que preguntarnos si es tan difícil compartir el conocimiento científico y la bonanza de los recursos terrestres y todo lo que de ahí se genera.
Cuando todo esto termine, saldremos de casa con la primera urgencia de abrazar a las personas que le dan sentido a nuestra vida, el apoyo mutuo para las personas con menos recursos será la más elemental herramienta de supervivencia y es para todas y todos, necesario volver a plantear nuestras formas de vivir la vida cotidiana; quizá antes de esto, el contacto humano no había sido valorado lo suficiente, la caricia, el abrazo, estrechar una mano amiga, tendrá un sentido diferente, pero es seguro que la normalidad no volverá, porque si volvemos, significa que nada hemos aprendido de un proceso doloroso.
El pensador Víktor Frankl sobrevivió al holocausto y explica que, continuar después de una tragedia radica en la libertad de decidir. Y ya será decisión de cada persona cambiar sus paradigmas, cambiar del egoísmo a la gratitud, de la avaricia acumuladora a la distribución colectiva de los bienes materiales e intelectuales, del odio individualista al amor por todo lo humano.
La emergencia sanitaria evidencia que el acceso a la salud universal es una prioridad así como su distribución igualitaria a todos los seres humanos. La gratitud de todas y todos no es suficiente, la sociedad tiene el deber moral de escuchar al personal de salud, después de una las épocas más oscuras en la historia de la humanidad, porque están poniendo el cuerpo y toda su fortaleza en cuidar la vida, siendo un ejemplo de la más sublime de las capacidades de humanas: amar.
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